Sunday, March 12, 2006

ompró gangas en la crisis de 1982, pero su obra maestra fue adjudicarse la privatización de Telmex en 1990

El camino que convirtió al mexicano Carlos Slim en el tercer hombre más rico del mundo

Descendiente de libaneses, el empresario vendía dulces a los 10 años. Hoy, a los 66, difícilmente un mexicano puede no comprar algún producto de su extenso imperio.

Mauricio Rodríguez y Karen Mendoza

Fecha edición: 12-03-2006

Enviar a un amigo Foro ver ranking de artículo Imprimir

Foto Portada

La ultima vez que México tuvo un imperio no fue en 1862, cuando indios, mexicanos y americanos expulsaron a los franceses de Napoleón III. Más o menos un siglo después, Carlos Slim Helu (66) se encargó de construir otro propio, quizás más poderoso que el regido por Maximiliano en el siglo XIX.

El imperio Slim le hubiese permitido a su dueño comprar todo el Producto Interno Bruto de Ecuador el año pasado. Por sí sola, su fortuna representa el 4% de la economía mexicana, la 14 más grande del mundo. Y es cuatro veces mayor al haber combinado de Eliodoro Matte y Anacleto Angelini. En menos palabras, Slim es el tercer hombre más rico del planeta, con US$ 30.000 millones (US$ 6.000 millones más que en 2005), según el ranking de millonarios que publicó el jueves la revista Forbes.

Pocas personas en México pasan un día sin engrosar esa riqueza: Slim controla en México la telefonía fija e internet (Telmex), la celular (América Móvil), uno de los grupos financieros más poderosos (Inbursa) y multitiendas (Sanborns y Sears Roebuck).

A través también del grupo Carso (Carlos + Soumaya, su mujer fallecida) tiene tiendas de música, ferrocarriles, fabrica productos de porcelana, cobre y electrónicos, entre otros.

En México le dicen Ingeniero o Rey Midas, habilidad que heredó de su padre: el sello de ambos es el olfato para las gangas.

Con la gran revolución de Pancho Villa en 1910, su padre (llegado desde Líbano en 1902) comenzó a comprar inmuebles cuyo terreno valía más que la edificación.

En 1952, al morir, dejó a Slim Helu una herencia con la que años más tarde éste levantó un edificio, iniciando una carrera empresarial que llegó más alto que ese y cualquier otro rescacielos del D.F.

A los ocho años ayudaba en el almacén familiar Estrella de Oriente; a los 10 vendía dulces y refrescos; a los 12, dicen, llevaba libros de contabilidad que lo hacían preferir el interés compuesto, y a los 21 enseñaba álgebra.

Con la crisis de deuda mexicana de 1982 afloró su olfato. Comenzó a comprar empresas en ruina, que después consolidaría en su grupo Carso, el conglomerado industrial más importante de América Latina.

Hoy Carso emplea a más de 250 mil personas y representa más del 40% de la capitalización bursátil mexicana.

La obra maestra, sin embargo, fue en 1990. Un año antes su amigo y Presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari había anunciado que privatizaría Teléfonos de México (Telmex), presionado por el plan de ajuste propuesto por el FMI.

Carso formó un consorcio con Southwestern Bell de Canadá y France Telecom y ganaron la licitación ofreciendo US$ 1.700 millones.

Hay críticos a la adjudicación de Telmex y muchas otras empresas privatizadas por Salinas, quien, acusado de fraude y corrupción, se exilió en Irlanda. Sin embargo, en dos décadas Slim probó ser no sólo un comprador de gangas.

"Tiene una tremenda intuición para hacer negocios, con la visión de comprar empresas con buenas posibilidades, pero en momentos en que están mal valoradas, y luego convertirlas en compañías pujantes. Además, tuvo el ojo de entrar al sector telecomunicaciones y financiero, ambos de gran proyección", dice el ex ministro de Educación, Sergio Bitar, quien lo conoce.

De hecho, hoy el valor de mercado de Telmex en Nueva York es de US$ 25.000 millones.

Sus incursiones lo han llevado a Estados Unidos, donde ha integrado directorios; controló MCI antes de venderla a Verizon, y se asoció con Bill Gates para crear el portal T1.MSN.

Habiendo entregado las riendas, los negocios de Slim los manejan tres de sus hijos y dos yernos. El empresario se dedica actualmente a sacar adelante proyectos de filantropía y desarrollo en América Latina.